06 - El lugar de un pensamiento llamado hogar.

Karlos Astenia - Fungi Pam

4/10/20244 min read

Cuando desperté el vacío de anoche ya no estaba y faltaban dos minutos para que sonara la alarma de las cinco de la mañana. Me alisté, como cada día, para salir a correr: el jersey jogger, la playera, el rompevientos, el par de tenis y un termo con agua. Me preparé un expresso y lo tomé mientras revisaba las estadísticas de mis ejercicios pasados en una app del celular. Cronometré el tiempo justo a la salida de mi casa y comencé mi rutina, la cual este día correspondía a correr 10 km.

Durante el trayecto, amenicé el camino escuchando música de la última playlist que Fungi Pam me había compartido en un perfil que denominamos "Correspondencias musicales". Justamente con ese fin: compartirnos música que escuchábamos a lo largo de nuestro día.

Al regresar me preparé un café americano, tomé una ducha y me cambié. Me hice un preparado de avena, plátano y seis huevos crudos. En el pensamiento conservaba un espacio del vacío de anoche. Pero enseguida recordé organizar el horario de mis actividades de la semana para los trabajos que tenía pendientes: diseños por entregar y ediciones de audio y video. Me puse a trabajar en la computadora.

Desde niño mi mente se sentía más relajada cuando conllevaba cierto registro o itinerario de lo que pasaba con mi vida, mientras alternaba con alguna actividad física. Y así seguía pareciéndome ideal conforme me convertía en un adulto. Quizá solo hubo algunas modificaciones en las que no me perdí demasiado de mi objetivo.

Por alguna razón el vacío que había sentido anoche, permanecía latente, pero discreto. En eso comencé a subir nueva música a la playlist de "Correspondencias musicales" para luego mandarle el link a Fungi Pam.

Aunque vivía solo, nadie que hubiera entrado a mi casa diría que existiese una sensación de vacío. La mayoría de las personas que conocía de mi generación habían formado ya familias, o tenían uno o dos hijos. Incluso algunos se habían separado también y ahora vivían con sus hermanos o padres (los que aun tenían). Algunos desean tener hijos porque en el fondo creen que pueden reiniciar o ampliar algo con eso: su tiempo, su mundo o su vida... o algo más. Honestamente, nunca he entendido la razón, al menos dentro de mis intenciones a lo largo de mi vida, yo no me he propuesto formar una familia. Lo que sí he decidido es crear un espacio llamado hogar para habitar de la manera más tranquila e independiente. La forma de vivir y cuidarme se convirtió en una prioridad de unos años para acá.

Fungi Pam me contó el otro día que estaba editando (o intentando editar) un nuevo libro con un sujeto que se encuentra en Puerto Vallarta, todo lo están trabajando a distancia mientras que ella vive en Edomex. También me comentó acerca de cómo su vida había entrado en una racha de complicaciones últimamente; comenzando con su trabajo, después con su automovil y más recientemente con su equipo de teléfono celular. “Es una parte del juego del vacío" me dijo ella, y como en todo juego hay reglas. Algunas más precisas, otras un poco más flexibles. Y tienes que aprenderlas. En ocasiones el vacío puede ser contraproducente y difícil de aceptar o de escribir.

Para la hora de la comida me preparé un omelette con verduras y una milanesa de res condimentado con ajo. Lo acompañé con un tazón pequeño de arroz integral y salsa de soya. De beber disolví cúrcuma en un poco de agua tónica y le agregué un trozo de canela. Acomodé todos los platos en la mesa y mientras comía me puse a ver un documental sobre la fisionomía humana y escultórica vista desde los maestros de la antigua Roma.

Recogí la mesa y nuevamente el pensamiento del vacío regreso a mi cabeza junto con una pregunta que me había hecho Fungi Pam una semana antes y que trataba sobre: ¿Qué es un hogar? A lo que yo respondí en ese momento que era la armonía que cada uno ponía en cada detalle de su vida y su entorno. Y al cual eres bien recibido dentro de eso incluso aunque habites tu solo o sola. Había noches en las permanecía parado viendo a través de la oscuridad de la ventana y me llenaba de una tranquilidad indescriptible que de pronto se parecía al vacío, pero que no se podía tratar de lo mismo, aunque ambas cosas parecían provenir del mismo lugar... sabía que eso me llenaba de satisfacción al mismo tiempo que me reconocía en ese momento.

En ocasiones, la calidez humana puede llegar a convertirse o a sentirse como un hogar de pronto y puedo decir que eso también lo he vivido.

Después de dar por terminada mi jornada de trabajos, a las siete de la tarde, me puse a hacer una rutina de calistenia en el patio de mi casa; que consistía en una serie de quince ejercicios de un minuto cada uno y que se repiten tres veces. Entre los que se incluían ejercicios de empuje, fuerza, resistencia y elongación. Luego de esto tomé un baño y le mande a Fungi Pam la nueva playlist de música que escuché en el día.

En ese momento me respondió retomando el tema de lo que representaba un hogar, o lo que cada quién podía simbolizar como un hogar, a lo que Fungi Pam solo agregó que cualquier pensamiento que escojas puede ser un hogar. Uno que te protege y armoniza por dentro y por fuera.

Medité sentado en el piso y de frente a la ventana de mi habitación por una hora. Me fui a dormir después de eso. Eran las diez de la noche. Cuando desperté el vacío de la noche anterior ya no estaba. Y en su lugar había un pensamiento que bien podría ser el reflejo de armonía que escogí para llamar hogar. Me preparo para salir a correr.